La niña y la muñeca.

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La niña y la muñeca.

Hace mucho tiempo, había un chico muy bueno que siempre ayudaba a su
madre en casa y a su padre en la granja. Sus padres lo querían
muchísimo. Se llamaba Pedro y tenía doce años.

Un día -el día de Nochebuena- su padre le dijo temprano, después del
desayuno, “Pedro, has sido tan bueno que tu madre y yo hemos decidido
darte dos monedas de plata como regalo de Navidad. Cómprate lo que
quieras”. Le dio las monedas y Pedro se puso muy contento. Deseaba
comprarse unos patines de hielo.

Esa misma tarde Pedro fue a la ciudad a comprarse un par de patines de
hielo. Entró en una tienda y buscó, pero no pudo encontrar lo que
quería. Cuando estaba a punto de irse, vio entrar a una niña.

La niña estaba delgada y parecía hambrienta. Su chaqueta estaba sucia
y tenía agujeros. Se dirigió al rincón donde estaban las muñecas.
Cogió una, la abrazó, la acarició y tocó el vestidito de la muñeca
mientras suspiró “algún día…”. La niña ya iba a irse cuando vio otra
muñeca. También la tomó en sus manos y se quedó quieta, pensativa. Un
momento después fue donde la vendedora y le preguntó: “Hay alguna
muñeca que cueste solo una moneda?” La vendedora le respondió con un
tono desagradable: “¡No! Todas las muñecas cuestan dos monedas de
plata, o más”.

La niña dejó la muñeca en su sitio, no dijo nada y se dirigió hacia la
puerta de salida.

Pedro había observado todo y no pudo aguantarse más. Le preguntó a la vendedora:

-¿Cuánto cuesta esa muñeca?

-Dos monedas de plata.

-¡La compro!

Compró la muñeca rápidamente y se la regaló a la niña. Ella se puso
contentísima. Le sonrió y se lo agradeció. Salió a la calle, se sentó
en el bordillo de la acera y se puso a acariciar la muñeca.

Pedro se sentía muy bien. Pensaba  que había realizado una buena
acción justamente en Nochebuena. En vez de comprarse algo, le había
comprado una muñeca a una niña pobre. La Navidad es tiempo para
mostrar el amor a las personas. Él se sentía bien. Volvió a casa y se
lo contó a sus padres. Ellos escucharon muy contentos cómo Pedro había
ayudado a la pobre niña.

Esa noche, cuando se fue a la cama, Pedro pensó en la niña. Se
preguntó dónde estaría y qué estaría haciendo con la muñeca. Era una
noche muy fría y Pedro se metió rápidamente en su cama calentita.

A la mañana siguiente, cuando bajó a desayunar, sus padres estaban
hablando de una niña pobre que había aparecido muerta en la calle, en
el centro de la ciudad.

“Anoche una niña pobre se echó a dormir en la calle, sobre la nieve.
Hacía tanto frío que murió congelada. Mucha gente lloraba hoy al verla
allí tendida en el suelo.” – dijo la mamá, y continuó: “La niña tenía
una muñeca, pero antes de dormirse se quitó su chaqueta y se la puso a
la muñeca. La pobre niña se quedó casi sin ropa para abrigar bien a su
muñeca. Tanto la quería que la arropó con su propia chaqueta para que
no pasara frío.

Este es el espíritu de la Navidad: ofrecer algo nuestro a otras
personas porque los amamos más que a nosotros mismos.

Pedro lo hizo. Y la niña ofreció su vida para proteger del frío a su muñeca.